Uno de los conceptos de Pierre Bordieu es el “dominación simbólica". Desde el mismo podemos entender la reproducción de un orden social en el reconocimiento y desconocimiento de la arbitrariedad que lo funda. En este sentido la lucha política por la definición del mundo social es uno de los aspectos de la dominación simbólica. Junto a políticos encontramos a periodistas, expertos en “opinión pública” e intelectuales que pretenden representar la perspectiva desde lo que hay que reflexionar. Para ello se generan problemáticas con sus preguntas, sus respuestas y los limites de lo que está permitido pensar fabricando a la “opinión pública” como cualquier otra mercancía. Las cuestiones que plantean los políticos, las que expresan los periodistas en nombre de la “opinión pública” son las mismas preguntas que hacen las empresas encuestadoras para medir esa “opinión pública”. De esta forma se establece un círculo vicioso donde las preguntas legitiman un modo de interrogación que se imponen sin que nadie pueda cuestionar su origen. Las encuestas y los debates en los medios de comunicación confirman el estado de la relaciones de fuerza simbólica al servicio de mantener la cultura dominante. Esta se basa en que no se puede cuestionar el sistema de distribución de los bienes materiales y no materiales ya que no hay salvación por la sociedad, cada uno se debe salvar por su cuenta.
Esto fue expresado claramente a principios de este año en la última reunión del Foro Económico Mundial de Davos. Allí se realizó una sesión titulada “Yo, S. A.” en la que participaron gente como Jacques Attali y el premio Nóbel de la Paz Elie Wiessel. La propuesta fue que el “Yo, S. A.” refleja que cada uno lleva ahora su vida como una empresa, lo que implica darle una dimensión económica a todos nuestros actos y gestionar la vida propia como si fuera una cartera de valores. Por supuesto aquellos que han sido dejados fuera del sistema -el 60% de la población en nuestro país vive debajo del nivel de pobreza- se quedaron sin un Yo para cotizar en la bolsa de valores. Por lo tanto no existen. Deben ser invisibles sociales.
Sin embargo, como plantea Jefrey Weeks: “el sentimiento más fuerte de comunidad provendrá de grupos que consideran amenazadas las premisas de su existencia colectiva y que a partir de esto construyen una comunidad de identidad que proporciona un fuerte sentimiento de resistencia y poder. Al sentirse incapaz de controlar las relaciones sociales en las que se encuentra, la gente reduce el mundo al tamaño de sus comunidades y actúa políticamente sobre esa base”. De esta manera estos grupos que generan comunidad proponen espacios políticos, sociales, económicos y culturales que les permite enfrentar la vulnerabilidad de las identidades individuales y colectivas.
…El contacto ocular era un asunto delicado. Un cuarto de segundo de una mirada compartida equivalía a una violación de los acuerdos en virtud de los cuales la ciudad era operativa. ¿Quién ha de apartarse para dejar paso a quién? ¿Quién mira o no mira a quién? ¿Qué grado de ofensa constituye un roce, un contacto? Nadie deseaba que nadie lo tocara. Imperaba un pacto de intocabilidad. Ni siquiera en el barrio, en el meollo de las culturas antiguas, táctiles y estrechamente entretejidas con algunos transeúntes ajenos sólo de paso, y compradores pegados a los escaparates, y algún imbécil que ni siquiera sabía adonde encaminar sus pasos, ni siquiera allí se tocaban entre sí las personas…